El desarrollo de las actividades agropecuarias nace
con las civilizaciones y desde sus inicios ha tenido el propósito fundamental
de suplir las necesidades alimentarias humanas.
La agricultura y la ganadería, como fuentes de
alimentos, han sido un proceso esencial en la historia de la sociedad, siendo
la ganadería un eslabón fundamental en la construcción de nuestra cultura que
ha permitido que se den procesos específicos, trayendo consigo el desarrollo de
las sociedades y operando mecanismos y técnicas que se han perfeccionado con el
tiempo pero que desde su cuna fueron diseñados para la optimización. Todas
estas técnicas se recopilan en un conjunto de conocimientos que hoy en día se
consideran tradicionales.
Estos conocimientos tradicionales se han mantenido
en el tiempo gracias a la tradición oral y la herencia de saberes a través de
generaciones ganaderas. Así entonces, existe una amplia gama de conocimientos
ancestrales sobre el manejo de ciclos reproductivos, hábitats, nutrición, crecimiento
animal, uso y aprovechamiento de recursos naturales, la combinación de coberturas
y usos de los terrenos, entre otros.
Sin embargo, la aparición de paquetes tecnológicos y
avances en la ciencia ocasionó la modernización de todos estos saberes con el
fin de hacer los procesos más eficientes, en los cuales indiscutiblemente la
tecnología ha cumplido su labor en tal sentido, resultando una situación en la
que todos los conocimientos ancestrales se han quedado relegados y únicamente
han sido conservados por aquellos productores que se encuentran en lugares geográficos
en los que es muy difícil el acceso a las tecnologías de la información, por
ende, el desarrollo socio cultural es lento; o incluso para aquellos que en su
convicción se mantienen en la idea de que la ganadería tradicional no es
superada por la aplicación de nuevas tecnologías.
Ante esta disyuntiva, varios autores se han dedicado
a recopilar estos conocimientos porque consideran que la cosmovisión de los
ganaderos campesinos, aquellos que realizaban y aún realizan su actividad
productiva con los recursos económicos, financieros y naturales limitados,
converge perfectamente con las intenciones de mejora de procesos y la
sostenibilidad de la ganadería.
La concepción de las relaciones ecosistémicas que se
dan al interior de una finca ganadera se ha transformado con el tiempo con la
aparición de las tecnologías, y es el rescate de dicha cosmovisión lo que
podría brindar otra perspectiva que permita entender de una manera más
simplificada cómo cada una de estas relaciones incide directamente en la
productividad y sostenibilidad de la producción bovina.
Es importante resaltar que la visión del territorio
varía según las vivencias de cada persona dentro de él, algunas comunidades
consideran su territorio como la confluencia de dinámicas sociales con las
ambientales, mientas otras entregan un valor material y lo entienden como el
espacio físico en el que viven, en donde seguramente el
actuar de la primera difiere de la segunda.
Por su parte, el proceso de la extensión rural juega
un papel muy importante en este intento, puesto que en campo, mediante el
contacto con ganaderos tradicionales, ocurre el intercambio de conocimientos en
el cual no solo el extensionista comparte conocimientos sino que se da una
interacción bilateral en la que el ganadero encuentra un puente de comunicación
con otros ganaderos y técnicos que apoyan y complementan lo que por tradición
oral, él ha aprendido, logrando con esto, la formación de redes de saberes que
se encuentran en constante actualización sin perder su esencia y fundamento, que
además incluyen al ganadero en la construcción de una actividad sostenible en
el tiempo y en términos de los recursos naturales que se usan.
Hoy es un reto muy grande el perfeccionamiento de
modelos de educación ambiental rural bilateral, no obstante, es evidente que
todos los esfuerzos deben estar dirigidos a valorar constantemente las técnicas
tradicionales que en efecto, han permitido que esta actividad perdure en el
tiempo y haga parte de la cultura de nuestro país, llegando a un equilibrio que
permita la modernización necesaria de toda esta visión del territorio que solo
tienen quienes han crecido allí.
Daniela Londoño Serna
Pasante, Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible